martes, 25 de noviembre de 2008

Qué dicen del control parental y qué conviene decir al respecto. Por Vivina y Laura

El vídeo Internet Parental Control presenta la desalentadora situación de la desprotección de los jóvenes ante los contenidos de la Web, en la que pueden acceder a numerosos peligros, entre los que se citan la pornografía, el tráfico de drogas o la música Death Metal. El tono exageradamente alarmista del vídeo se explica porque éste parece ser el anuncio de un filtro Web llamado optenet, lo que evidentemente incide en su falta de parcialidad.


Es innegable que la abundancia de contenidos de la red expone a los jóvenes a gran cantidad de riesgos que los padres no desearían para ellos. No cabe duda de que la facilidad del acceso a Internet, que muchas veces es mayor para los hijos que para los padres, y la relativa falta de control sobre lo que hacen los hijos ante las pantallas del ordenador, hacen que muchas veces los padres tengan miedo sobre el uso que su familia esté dando a las nuevas tecnologías.


Sin embargo, hay que recordar que este tipo de “temas peligrosos” no ha sido inventado después de Internet, y el hecho de que en la actualidad sea más accesible para los jóvenes no significa que impidiendo su acceso por Internet se impida el acceso a ellos. Una de las causas claras de esto es que este tipo de contenidos atraen a los jóvenes debido a su misma juventud, no a que hayan llegado a ellos a través del ciberespacio. Si un chico de 15 años no puede visitar páginas pornográficas y quiere hacerlo, posiblemente terminará comprándose una revista con ese contenido.


Otro fenómeno que no suele ser tenido en cuenta es el grado en el que, gran cantidad de veces, la información recibida por Web se ve descontextualizada. Un joven que visita páginas de contenido violento o que juega a videojuegos violentos no tiene por qué tratarse de un joven violento. El hecho de que ciertos casos de jóvenes que cometen delitos más propios de adultos, como violaciones o asesinatos, adquieran tanta repercusión mediática es precisamente porque se trata de casos poco habituales. Para la gran mayoría de los visitantes de estas páginas, se trata de un simple entretenimiento, pero totalmente separado del mundo real. Los jóvenes son plenamente conscientes de que lo que es válido en el mundo virtual no lo es en el auténtico. Podría decirse que esto puede terminar provocando una desensibilización frente a la violencia, u otro tipo de contenidos, en las próximas generaciones, pero el hecho es que parece discutible que la violencia cinematográfica haya tenido este tipo de influencia, ni que nos encontremos en una época en la que la violencia goce de aceptación general. Lo más normal es que, una vez que los jóvenes se van convirtiendo en adultos, abandonen estas “diversiones” y se centren más en otro tipo de intereses y aficiones.


Sin embargo, ante los ojos de un padre que repentinamente descubre lo que sus hijos han estado viendo en Internet, es normal que cunda el desasosiego y crea estar criando a un monstruo en potencia. La solución a este problema pasaría principalmente por un mayor interés en las actividades de sus hijos y un esfuerzo real por entenderlas. Esto podría hacer que se desvaneciese el miedo que sienten ante muchas de las páginas visitadas. Por ejemplo, puede ser conveniente saber que el hecho de escuchar Death Metal no te convierte en un potencial asesino. Por otra parte, es evidente que buena parte de las visitas de los jóvenes al ciberespacio, como las páginas pornográficas permanecerán en secreto para sus padres, pero esto mismo es una muestra de su conciencia de que su conducta va en contra de ciertos tabúes sociales, al menos en la relación paterno-filial.


Por último, el único modo en que la familia puede tratar de apartar a su hijo de los peligros de Internet, y sus equivalentes en el mundo real, consiste en una formación crítica y en hacerle comprender y reflexionar en todo momento sobre lo que está haciendo. Quizá no podremos evitar así que visite ciertas páginas, pero al menos es más posible que lo haga consciente de los riesgos que conlleva.

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