lunes, 27 de octubre de 2008

Medios de comunicación social y cultura. Lectura de Matas. Por Vivina y Laura

El artículo de Toni Matas que nos ocupa, relata la evolución la industria de los componentes multimedia en España desde principios de los años 90 y analiza los retos que, en su opinión, tiene que afrontar en estos momentos. La conclusión no es muy alentadora: parece que las pocas empresas que se dedican aún a la creación de este tipo de productos en nuestro país están abocados a la desaparición.

Una vez leído el artículo, da la impresión de que las editoriales españolas no han sido capaces de adaptarse al escenario que la evolución de las tecnologías y la goblalización han impuesto, pese al importante esfuerzo que han implicado en conseguirlo. La apuesta por la distribución por Internet que, a finales de los años noventa, llevaron a cabo estas empresas muestra una apuesta decidida y valiente por explorar nuevas vías de negocio, pero las expectativas iniciales, alimentadas en buena parte por la Bolsa, explotaron en la llamada burbuja de las puntocom ante la inviabilidad del modelo de explotación.

La venta por Internet parece contar con dos grandes enemigos: Por un lado se encuentra la desconfianza de una gran parte de la población hacia este tipo de compra. Aún existe gran número de personas que desconfían de las gestiones por Internet, o, en ciertos sectores de la sociedad, que desconocen su funcionamiento, y que prefieren la seguridad que les aporta la comunicación directa con un dependiente. Al fin y al cabo, si se compra un producto defectuoso en un supermercado siempre cabe la posibilidad de reclamarlo, mientras que ante una página web nadie tiene la certeza de que exista esa posibilidad. Sin embargo, parece que esta concepción va cambiando poco a poco y que la venta por Internet va ampliando su aceptación. El segundo enemigo de la venta por Internet es esa cultura de gratuidad a la que aluda Matas en artículo. Estamos acostumbrados a poder acceder a los contenidos de la web de manera gratuita, especialmente gracias a la cultura del freeware, y si a eso añadimos la competencia de los famosos programas P2P parece complicado convencer al consumidor de pagar por unos contenidos digitales.

Parte de la culpa es también imputable a las editoriales. En muchas ocasiones parece que se han limitado a realizar ediciones digitales de libros, diferenciándose de estos en la posibilidad de ser leídos en una pantalla y en la inclusión de unas pocas animaciones, sin aspirar a ofrecer ningún valor añadido que justificara su adquisición. Teniendo en cuenta que los gastos de las ediciones multimedia son mucho más elevados que los de los libros físicos y que el mercado al que pueden acceder es más reducido, y lo era aún más hace diez años, es natural que la inversión en esta industria no resulte atractiva. Las nuevas tecnologías ofrecen una gran variedad de herramientas que pueden llevar a las aplicaciones multimedia a cubrir campos mucho más amplios que el libro tradicional. En vez de buscar sustituir al libro el futuro de las aplicaciones multimedia debe pasar, en mi opinión, por cubrir las carencias de éste, ofreciendo una gama de recursos alternativa, y a la vez complementaria, a las ya existentes.

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