lunes, 10 de noviembre de 2008

Netiqueta. Por Vivina y Laura

Antes de comenzar la reflexión sobre las normas comportamentales del ciberespacio, nos gustaría recordar la idea de que el mundo virtual no puede ser concebido como un espacio abstracto e intangible, sino que debe ser entendido como una amplia red social detrás de la cual existe un amplio grupo de personas que tienen una serie de características, gustos, aficiones, intereses, conocimientos, etc. muy divergentes. Por tanto, a pesar de que ocurra frecuentemente, en ningún momento debemos olvidarnos de que detrás de cada ordenador hay un individuo con sus respectivos ideales, valores, principios y sentimientos. Pero todo ello no se suele tener en cuenta y hasta ahora la red se ha estado utilizando como un espacio en donde todo está permitido, donde las leyes semejan inexistentes y las normas de cortesía (tanto linguísticas como actitudinales) forman parte únicamente del anticuado mundo real. La Netiqueta nos hace recapacitar sobre todo aquello que afecta e influye a la persona que emplea la red.

En primer lugar, es quizá en el correo electrónico en donde los usuarios infringimos una mayor cantidad de normas. El hecho de no estar delante de nuestro interlocutor provoca que nuestra actitud se vuelva más apática y egoísta. La ausencia de una retroalimentación comunicativa (la falta del lenguaje no verbal, entre otros factores) nos abre un amplio campo de actuación. El no recibir una respuesta inmediata a nuestra conducta nos dificulta la tarea de autorregularla. Como consecuencia de todo ello surgen extensos textos carentes de consideración, pudor, prudencia y moderación, además de largas listas de faltas ortográficas y semánticas. En este caso debemos recordar uno de los principios del conductismo clásico de Paulov: "La recompensa debe ser directa e inmediata". Las redes virtuales, al no brindarnos una respuesta rápida y consecuente, ni negativa ni positiva, ante nuestro comportamiento se nos priva de la posiblidad de rectificar, modificar y aprender de nuestras acciones.

En segundo lugar, y referente así mismo, al e-mail, debemos decir que una de las prácticas improcedentes más reiteradas es el envío de correos electrónicos en cadena. Quién de nosotros no ha tenido que cambiar alguna vez de cuenta de mensajería personal por motivos tales como la saturación de la misma debido al spam.


En lo referente al chat, existen hoy en día pocas salas de conversación colectiva en la que se respeten íntegramente las reglas de conducta ciberespacial. Las primeras que no se obedecen son aquellas que guardan relación con el lenguaje. No se suele respetar ni el léxico concreto de los argots, ni la ortografía de la lengua estándar, ni las reglas de diplomacia y civismo social. Las segundas, son aquellas que refieren a la interacción directa con otros usuarios de la red.

En conclusión, como hemos podido comprobar, la mayor parte de las normas enunciadas por la Netiqueta no se cumplen en casi ningún contexto (correo electrónico, redes sociales, chats... ) .Y es que Internet nos ofrece un mundo menos personal, en el que se tiene más en cuenta a la máquina que a la persona. Un mundo en el que un individuo puede ser cualquier otra persona, atribuyéndose una serie de características que no se asemejen a las auténticas. Un mundo en el que no podemos, en un principio, ni ver ni mucho menos tocar al otro. Un mundo que nos ofrece un sinfín de posibilidades que sin el uso de las nuevas tecnologías y redes de comunicación no serían posibles, pero un mundo que debemos aprender a usar con sensatez y sentido común. Hasta el día de hoy Internet ha llegado a nuestras manos para que experiméntasemos con él a nuestro antojos. Ahora que ya se están sufriendo algunas de las consecuencias de este uso experimental deberíamos ir regulando ciertas normas para hacerlas llegar a cualquier tipo de usuario de la red.

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