lunes, 3 de noviembre de 2008

Comunicación, poder y contrapoder en la sociedad red. Lectura de Castells. Por Vivina y Laura

No cabe duda de que en estos días la relación entre los actores políticos y los medios de comunicación es muy estrecha. La única posibilidad de llegar a la opinión pública, y poder contar por tanto con el beneplácito de ésta para la realización de los diferentes proyectos políticos, pasa siempre por acceder a los mass media. Para algunos autores, la política se ha convertido en una especie de supermercado, en el que los votantes eligen un partido político u otro basándose en el anuncio que les parece más atractivo. Ciertamente, es posible apreciar como, tras la desideologización de la vida política, realmente no parecen existir grandes diferencias en la vía política predicada por los grandes partidos políticos, por lo que los debates políticos se centran en cuestiones socio-culturales, en ocasiones periféricas, que parecen defendidas más bien por cuestión de slogan que como parte de verdaderos proyectos políticos. Los medios son los encargados de transmitir la imagen que estos políticos desean dar, presentando las tres o cuatro variaciones de una misma idea como la totalidad del debate social, de lo que interesa.

Precisamente, se crea un círculo vicioso en el que sólo tienen acceso a los medios un número restringido de ideas, que son precisamente las defendidas por quienes ya tienen el acceso a dichos medios garantizado. Cabe preguntarse entonces, si nos acercamos a pasos agigantados al tan temido pensamiento único del que nadie puede sustraerse sin ser tachado de excéntrico o, en el peor de los casos, de peligroso. Imágenes como las retratadas en 1984 de George Orwell, llegan rápidamente a nuestras mentes, pero no deberíamos olvidar tampoco la visión del futuro que ofrecía Ray Bradbury en su novela Fahrenheit 451, en la que una sociedad obligada a ser feliz vive totalmente separada de la realidad, a la que se cree unida por una televisión cuya información no es cuestionada, llegando al límite de que las principales ciudades del país están a punto de ser destruidas mientras sus ciudadanos contemplan plácidamente un show televisivo.

Sin embargo, parece que la universalización de Internet y las TICs ha supuesto una verdadera revolución en el mundo de la Información. No sólo los medios de comunicación tradicionales se han volcado en nuevos formatos digitales sino que, lo que en este caso es aún más relevante, el surgimiento de la web 2.0 ha provocadoel nacimiento de lo que Castells llama fenómenos de autocomunicación de masa. ¿Pueden convertirse éstos en un contrapoder que equilibre el acceso a la información frente a los medios tradicionales? En nuestra opinión no se puede dar una afirmación rotunda por respuesta, ya que muchos otros factores entran en juego, sin embargo la importancia de éstos canales alternativos de información es innegable.

En primer lugar, resulta evidente que gracias a Internet tanto el acceso a la información como la publicación de la misma se han visto facilitados enormemente. El coste de alcanzar millones de hogares con una idea es prácticamente nulo. Sólo basta una ojeada rápida a al maremágnum de páginas webs, blogs y comunidades web que encontramos en la red sobre los más diversos temas para darnos cuenta que se puede encontrar de todo. Esto ha permitido que diversas ideas políticas, fenómenos culturales y corrientes de pensamiento se hayan extendido como la pólvora a nivel global. Cualquier opinión puede encontrar su hueco en Internet, y posiblemente serán muchos los que terminen encontrándose reflejados en ella. En nuestros días el doctor Stockmann de la obra de Ibsen Un enemigo del Pueblo no habría tenido problemas para avisar a sus conciudadanos de la contaminación de las aguas del pueblo: cuando el periódico local le diera la espalda, le habría bastado con publicar lo que sabía en su propio blog.

Sin embargo, la posibilidad de publicar información alternativa y la segura existencia de consumidores de la misma no garantizan la formación de un contrapoder. En primer lugar porque Internet no deja de ser uno de los múltiples medios de comunicación por los que se conforma la opinión pública, siendo la influencia de la televisión o los periódicos aún determinante para el gran público. En segundo lugar, porque el acceso a la información no es el único medio de transformación de las opiniones individuales de los ciudadanos. La experiencia diaria, los prejuicios, los familiares y amigos íntimos y, en definitiva, la sociedad en su conjunto, actúan sobre la persona moldeando e influyendo en su pensamiento. Si tenemos en cuenta que todos estos factores ejercen su influencia unos frente a otros, y a su vez los medios de comunicación sobre todos en su conjunto, es muy posible que la gran mayoría del espectro informacional que salga de lo considerado “normal” se vea obligado a replegarse a las pequeñas islas que sus seguidores fabrican en la red.

Sin embargo, no quiero restar importancia a éstas islas de información alternativa que podemos encontrar en la red. Internet supone el marco ideal para, sin alejarnos de nuestra casa, proceder al intercambio de ideas, de concepciones, de puntos de vista, e incluso de cosmovisiones que han caracterizado siempre al progreso humano. Es cierto que en el proceso dialéctico que se produce muchas ideas se perderán por el camino, muchas de ellas por méritos propios, y que surgirán muchas otras que no llevarán a ningún lado, pero la fuerza de una sociedad libre y flexible radica en la evolución de su pensamiento que permite una plena libertad de expresión. El ejemplo de los numerosos intentos, muchas veces infructuosos, de los regímenes autoritarios de censurar el acceso a la web de las ideas peligrosas se derrumba una y otra vez ante el muro de la naturaleza humana, a la que no se pueden poner barreras para su expresión libre y plena. Como el revolucionario inglés John Davenport vaticinara en 1647 sobre la Libertad quepor primera vez en la Historia luchaba por ser reconocida “La luz que acaba de ser descubierta (...) jamás se apagará por completo, aunque sospecho que durante algún tiempo prevalecerán ideas contrarias.” En nuestras manos está velar porque la luz no se apague nunca.

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